El pasado mes de Septiembre, nuestro compañero Adrián realizo la Ruta de la Plata, 980 Km. en solitario desde Sevilla hasta Santiago de Compostela, si quieres saber sobre todo lo vivido con su aventura, pincha en seguir leyendo, en próximos días publicaremos fotos y perfiles del recorrido
De La Giralda a la plaza del Obradoiro
Sevilla, 6 de septiembre.
Después de tres peregrinaciones en compañía por el camino francés, sentí la llamada de un nuevo reto personal, y se me ocurrió la idea de hacer la plata en solitario, y aquí estoy.
Siento gran emoción por el reto que tengo delante, pero reconozco que la soledad me inquita un poco y la pregunta de si seré capaz no me abandona. Pero bueno, ahora ya no hay remedio y tratando de convencerme que he hecho lo correcto comienzo a pedalear. Y comienza mi viaje entre una lluvia que no visitaba estas tierras desde el cuatro de mayo. La primera en la frente. Pasan los primeros kilómetros en los que aún no te sientes un auténtico peregrino, dejando atrás Sevilla, y me voy adentrando en un entorno maravilloso que me acompañará durante unos días, solo empañado por la cansina lluvia que menos mal solo duró un día.
Pedalear durante cuatro días por Sevilla, Extremadura y Salamanca me dio la oportunidad de disfrutar de paisajes como la dehesa, llena de encinas y alcornoques, el precioso parque de Monfragüe, y siempre acompañado de un peculiar aroma a naturaleza que seguramente la gente de aquellos lugares no llega a percibir por la costumbre, pero para los que no estamos acostumbrados resulta embriagador.
Y aparte de la vegetación, estas tierras están llenas de fincas con ganaderías de toros pastando sin control, caballos y cerdos de color negro típicos de la zona. Era habitual tener que cruzar fincas particulares donde tienes que abrir y cerrar las cancelas de acceso, y siempre tratando de pasar desapercibido entre las criaturas de 500 kg.
Acaba el primer día y duermo en Fuente de Cantos, en un albergue fantástico (y caro) y del que guardo el grato recuerdo de acostarme llorando de la risa gracias al fenómeno que estaba de hospitalero (un andaluz de los de cachondeo). Ya empiezo a sentirme peregrino.
Arranca el segundo día, donde el objetivo era entrar en la provincia de Cáceres, consciente de que me espera un palizón de los buenos. Y lo consigo, llegando hasta Aldea del Cano, donde coincido con un grupo de siete andaluces que iban a pié. Lo malo es que el albergue era de ocho plazas y yo era la persona número nueve, y el responsable del bar del pueblo, que también hacía de hospitalero, no me quiso dar una colchoneta para poder dormir porque “iba contra las normas”. Suerte que el grupo de andaluces se portó como tocaba y me cedieron una colchoneta, y además disfruté de una cena (la única de todo el camino en un bar) que hizo que me sintiera como en casa. Esa misma noche empecé a sentir las primeras molestias en rodillas, tobillos y parte donde apoya el asiento (comúnmente conocida como culo) y que al levantarme al día siguiente ya se habían trasformado en dolor. Dolor que casi me hace abandonar en dos ocasiones (en Mérida y Zamora), y que no me dejó hasta el final del camino, y me hizo visitar más ambulatorios que iglesias.
Al comenzar las jornadas me era casi imposible pedalear, y hasta que no llegaba al kilómetro 70 no empezaba a sentirme cómodo.
El resto de días la misma rutina. Kilómetros sin parar y un calor insoportable (con picos de hasta 42ºC) hasta tierras zamoranas, que me obligaban a estar atento a las reservas de agua y cerveza para no caer deshidratado.
Y soledad absoluta. Está claro que esta no es una ruta para la gente que va buscando hacer amigos o acostarse todas las noches entre cubatas, cantos regionales y abrazos. Esa es la gran diferencia con el camino francés.
El peregrinar solo, tiene ventajas y desventajas, pero entre las ventajas destacaré la oportunidad que te brindan las largas jornadas de pedaleo en solitario para encontrar un tiempo que en tu vida normal nunca encuentras para reflexionar sobre asuntos de tu vida, y obtener respuestas.
Otra ventaja es tener que afrontar en solitario todas las adversidades que se van presentando, que a medida que las vas superando hacen que crezca tu autoestima y te valores más a ti mismo.
Volviendo al recorrido, la provincia de Salamanca es preciosa para la bicicleta, y dura. No olvido la jornada del puerto de Béjar y Guijuelo donde el tramo duro me esperaba al final del día. El paisaje se asemeja bastante al extremeño, aunque ya se va notando que voy dejando atrás el sur. Por cierto, el jamón insuperable. De pedalear me he hartado, pero de jamón también.
De Zamora comentar que en las guías la consideran como una zona no especialmente dura, dado que es bastante llana. Después de haberla cruzado puedo decir que no es tan llana como dicen, y durante dos días estuve pedaleando contra un viento despiadado que no me dejaba descansar ni en las bajadas. Terrible. Recuerdo que todas las veces que he pedaleado por Castilla León en el camino francés, han tenido en común el dichoso viento, por lo que creo que es algo normal.
De Galicia, lo de siempre: El continuo rompepiernas de subir/bajar, que se ve atenuado por la belleza de los paisajes y la sensación de que el final está cerca. Y la maravillosa sidra de barril, que aparecía en todas mis plegarias.
Y cuando me creo que lo peor ya ha pasado, resulta que no había llegado aún.
Después de recorrer 115 km llego, agotado al pueblo de Verín, y me encuentro el albergue cerrado por reformas. Entre sollozos, le pregunto a un paisano a cuanto está el siguiente pueblo, y con un tono socarrón me dice que para llegar a Viladerei, donde no sabe si hay albergue, me queda el puerto de Estibadas que es un puerto “del carallo”. Y con resignación empiezo a subir y consigo llegar, con la lengua tocando la carretera. Y como no podía ser de otra manera, allí no había albergue. Entre lágrimas le pregunto a una señora donde vive el párroco del pueblo, para pedirle que por favor me dejase dormir aunque fuese con su perro. Y la señora me señala un Mercedes Sportcoupé negro y me dice “está allí, en su coche”.
Señora me entendió mal. Le pregunté por el párroco, no por el camello. Y me volvió a señalar el Mercedes.
Me acerco al coche y le digo: Padre, le pido clemencia para este peregrino moribundo. Déme una cama en su casa, por el amor de Dios. Y fumando, tirándome el humo por la ventanilla, me dice que no le habían dado la subvención del camino de Santiago para acondicionar un local, y que me deseaba mucha suerte para los siguientes 15 km hasta Sandiás, donde si había albergue.
No lloré porque ya soy mayor y casi no tenía fuerzas ni para eso, y me subí a la bici. Y casi a las nueve de la noche llego a Sandiás, después de 156 km, donde el chaval del bar que también era encargado del albergue me atendió como si fuese alguien de su familia. Ojala lea estas líneas desde donde le mando mi sincero agradecimiento.
Por fin, el último día.
Al comenzar la jornada el termómetro marca 3ºC, casi 40ºC menos que cinco días antes. Tuve que enrollarme camisetas en las manos porque no llevaba guantes. Ya no me acordaba de lo insoportable que se hace el frío en las manos. Además el sobreesfuerzo del día anterior estaba dando la cara, ya que ni podía sentarme en el sillín, ni pedalear. Pero Santiago casi se huele, aunque faltan 145 km, y como se que hoy llego, todo me empieza a dar igual.
Y por fin la llegada a la Plaza del Obradoiro, cumpliendo la tradición de tumbarme a contemplar la monumental fachada de la catedral y dando un emocionado repaso a los días vividos.
Pienso que para ocasiones especiales debe haber palabras especiales, que sean la guinda de la historia que acabas de contar, pero no las encuentro.
Solo puedo decir que una parte de mi vida ha quedado ligada a la grandiosidad del camino, y que la satisfacción que siento cuando llego a la catedral y pienso en la experiencia vivida no es fácil de explicar.
Mucha gente, después de decirles que es la cuarta vez y contarles todas las penurias vividas, me pregunta cual es el motivo por el que lo hago y cual es la recompensa, buscando una justificación que no encuentran.
No se dan cuenta que en la vida hay recompensas que no son materiales, y aunque no se lo crean yo disfruto más con una bici y una ruta que muchas personas con caprichos mucho más caros. (Excepto la moto, que es insuperable).
También me preguntan que camino de Santiago es más duro, el francés o la plata.
Es difícil dar una opinión justa cuando hace un par de días que he acabado uno, y un año desde el otro, y además en esta ocasión he estado apunto de abandonar por lesión, lo que ha aumentado mi sensación de esfuerzo realizado.
Lo que está claro es que no hay que ser un atleta para hacer cualquiera, pero tampoco es para gente desentrenada. Lo que siempre digo es que lo más importante es estar preparado mentalmente y aprender a sufrir encima de la bicicleta, de lo que me he hartado en esta ocasión.
Por último decir que me he enamorado locamente de mi bicicleta, GHOST 9500 AMR, la cual se ha portado como una campeona durante los ocho días. Se merece un tatuaje o algo así en su honor.
Y por supuesto agradecer a mi padre (verdadero autor del carro que ha despertado admiración allá por donde pasaba) y a mi hermana que tanto tiempo me ha dedicado frente al ordenador para que todo saliese bien. Gracias a los dos.
7 comentarios:
Muy buena ruta, sin duda algun dia la realizare. España y sus campos...una preciosidad!!
He querido ser el primero en poner este comentario en agradecimiento a nuestro compañero Adrián, decirte que no he tocado ni una coma de tu narración, me parece estupenda,me has tocado el corazón a leer tus vivencias, hay mucho sentimiento y emociones, eres un tío grande(en todos los sentidos,jaja?el compañero ideal para hacer kilometros y kilometros.
Un abrazo
Lo único que puedo decir es que leyendo el texto te parece que estás pedaleando junto a Adrián. Si hasta me duelen las piernas y lo que se apoya en el asiento.
Estoy orgullosa de ser su hermana.
Estoy con tu hermana compi,estaba leyendo y parecia que estaba alli,la verdad es que has pasado mil y una aventuras,es un honor que estes en nuestra peña y disfrutar de tu compañia,buen ciclista y mejor persona,un saludo.
Paco.
Eres todo un campeón te felicito por tu reto, seguro que nos sorprenderás con mas retos.UN SALUDO ...
Eres todo un campeón te felicito por tu reto,D
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